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Rusia y China acaban de batir juntas un récord en comunicaciones cuánticas. Es un hito que lo cambia todo

China está intratable en el ámbito de las comunicaciones cuánticas. Esta disciplina recurre a los principios de la mecánica cuántica para hacer posible la transmisión de mensajes cifrados a través de redes de comunicaciones que son imposibles de vulnerar.

Disponer de esta tecnología es crucial para las grandes potencias, lo que ha provocado que EEUU, Europa y China se embarquen en una carrera para ver cuál de ellas consigue poner a punto antes su propia infraestructura de comunicaciones cuánticas a gran escala.

En adelante parece que China y Rusia van a ir de la mano en comunicaciones cuánticas

En realidad los fotones entrelazados que el satélite envía a las estaciones terrestres no codifican el mensaje cifrado; lo que contienen es la clave que permite descifrar el mensaje cuando ha sido recogido en su destino. De hecho, el mensaje puede enviarse de un punto a otro utilizando cualquier otro canal de comunicación. El corazón de esta tecnología reside en el hecho de que cada par de fotones entrelazados codifica un bit de información de la clave.

Su entrelazamiento garantiza que si uno de los fotones se ve alterado, por ejemplo, debido a que alguien ha conseguido observarlo, sus propiedades físicas cambian instantáneamente y el entrelazamiento se rompe, por lo que el mensaje cifrado no puede ser vulnerado. La mayor limitación que tiene esta tecnología en la práctica es que transferir fotones a distancias muy largas no es sencillo, pero el Gobierno chino ha puesto en marcha un plan de cinco años que presumiblemente va a costarle 15.000 millones de dólares para dar un espaldarazo definitivo a sus comunicaciones cuánticas.

Las dos estaciones terrestres involucradas en este experimento de telecomunicaciones cuánticas residen en una ubicación de las proximidades de Moscú (Rusia) y en Urumqi (China). Están separadas por una distancia de 3.800 km, por lo que los 1.120 km del experimento efectuado en 2020 por los investigadores chinos que publicaron su resultado en Nature quedan ya muy atrás.

Fuente: xataka